Sabemos de Naamán 2 cosas: 1 Era Leproso y 2 Por su cargo, riqueza, posición y victorias era altivo. El ser humano se suele enaltecer cuando tiene algunas de estas cosas: un buen cargo, una buena posición, riqueza, poder, sabiduría, etc. Pero todo esto no hace más que comportarse como una especie de lepra, que va comiendo, que va robando la vida al ser humano, que devora el alma a través del pecado y la incredulidad.
Es entonces cuando se hace necesario escuchar la voz de Dios que habla a través de sus ministros, y pueda que el conocimiento propio o la sabiduría aconsejen que esa no es la forma, si se deja el orgullo y la altivez a un lado, y se obedece a la voz de Dios, entonces nuestro alma será limpia (por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz) y seremos como niños y nuestros pecados serán perdonados. El que tiene oídos para oír oiga. Cristo te llama.
Comentarios
Publicar un comentario