Pero mientras navegaban, él se
durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago; y se anegaban y
peligraban. Lucas 8.23
Uno de los errores más comunes del
hombre ha sido el de caracterizar a Dios como si de un hombre se tratase. Es
cierto que se manifestó en forma de hombre, pero sin dejar de ser Dios.
Omnipotente, Todopoderoso significa eso, que tiene todo el poder, no una parte.
Con eso en mente sabemos que cuando Dios descansa, no es porque esté cansado,
es porque desea que nosotros apliquemos una enseñanza.
En el pasaje en cuestión, el Señor ya
le había dado todas las herramientas a los creyentes, los había preparado, los había
capacitado, para enfrentarse a las tormentas más fuertes y poderosas, enseñó
que con un poco de fe, le podría decir a las montañas, muévete y échate al mar
y lo haría. Y todo el mundo dice, si Señor, así debe ser.
Pero cuando viene la tormenta, llega
la tempestad, los problemas, el peligro, ya no se está escuchando al Señor en
la comodidad del lugar de predicación, sino en medio de tan grande dificultad,
entonces la fe falla, la confianza se desvanece, la seguridad desaparece y
entonces se hace lo que se tiene más a mano, clamar al Señor. ¡Señor, sálvanos
que perecemos!
Pero es que Dios nos ha dado una
oportunidad de demostrar cuanto hemos creído en Él, es el momento propicio de
demostrar la FE y el poder que el Señor ha puesto en nosotros, aún así, Él
tiene el control de todo. Cuando el peligro y la tempestad te están dominando,
viene su mano poderosa para decirte, yo estoy contigo. Aún los vientos y la mar
le obedecen, Tiene absolutamente todo bajo control, no te preocupes, no temas
ni desmayes, porque El Señor tu Dios, te ayudará. Confía más, Él está velando
para que no perezcas. Si tu duermes, el sigue en guardia. La tormenta pasará,
pero su mano siempre está con nosotros.
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