Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen… Porque si amáis a los que os aman,
¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?, Mateo
5.44 y 46.
Nos preocupamos tantos por nuestros
éxitos, nuestros triunfos y logros. Obtener bienes materiales en una sociedad
de consumo donde hay que adquirir lo último y lo mejor. Pero más importante aún,
queremos obtener a toda costa bendiciones de Dios, bendiciones espirituales
saltándonos un paso fundamental, el AMOR.
Pero no el amor de Dios para con
nosotros, ese está asegurado y es incondicional, eso está más que demostrado.
Pero ¿cómo demuestras tu amor? ¿Cómo le dices a Dios que eres digno de ese
amor? Al leer estos pasajes de Mateo ya nos hacemos una idea de lo que hay que
hacer. Mas cuando le preguntan al Señor, cual es el gran mandamiento,
entendiendo que no eran solo 10. El responde acertadamente diciendo que es amar
a Dios, pero le añade el segundo por el cual no habían preguntando, dando a
entender que sin cumplir el segundo es imposible cumplir también el primero:
Amar al prójimo como a uno mismo.
Si contáramos las veces que la Biblia nos invita a amar a los demás, nos sorprenderíamos, amar al prójimo, amar al enemigo, amar a la esposa, amar a los padres, amar a los hijos, amar a los que te hacen mal. Dios es un ser de amor, que nos invita a amar a los demás, si entendiéramos y aplicáramos este secreto, entonces no habría guerras, no habría violencia, no habría maltrato y su bendición nunca faltaría. Y este, si es el verdadero principio de la tolerancia, no aquel que nos quieren imponer, me tienes que tolerar porque yo soy yo. NO, te tolero porque te respeto y debo aprender a amarte con todos tus defectos y virtudes. AMAR y perdonar, ese es el secreto para obtener la bendición de Dios.
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