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Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Efesios 4:31
Ser cristiano, ser seguidor de
Cristo, ser discípulo de Jesús, es algo más que solo dejar de beber, significa
ser de Cristo, lo que implica que debo permitirle obrar en mi vida, no solo en
lo físico, también en lo emocional. Y esto emocional, también lo debo sujetar a
lo espiritual.
Cristo cambia nuestro lamento en
gozo, entonces no debe haber amargura, ha dado paz a mi vida, entonces ¿para
qué el enojo o la ira?, a través de su Santo Espíritu me ha dado dominio
propio, entonces ¿por qué la gritería?, y si ha transformado mi vida, no debe
haber maldad en mí, ni tampoco esas palabras fuertes y ofensivas, que por costumbre
o cultura se aprendieron.
Como cristianos debemos refleja a
Cristo en cada aspecto de nuestras vidas. Cuando le permitimos a Dios obrar en
nosotros, el cambiará todo lo que para nosotros es imposible, pero lo posible,
nos corresponde a nosotros hacerlo. Hoy es un buen momento para comprometernos
con Dios, y cambiar esas pequeñas actitudes que nos hacen daño y no nos permite
seguir creciendo espiritualmente, atrévete a dar ese pequeño paso hacia Cristo,
deja atrás todo orgullo, todo rencor, toda amargura, todo enojo, toda ira, toda
gritería, toda maledicencia, toda malicia. Reemplázalos por el amor y notarás
la diferencia.
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